martes, 6 de octubre de 2009

El viento los amontona


Hanna seguía su derrotero tratando de hacerlo victorero y en un paraje donde corría un río muy manso,logró alcanzarlo porque no era bravío y aprovechó para bautizar a su pequeño con el nombre de Chepe.
Ya lo tenia a costumbrado al diminutivo cada vez que el niño bailaba sobre cualquier mesa o se abalanzaba sobre alguna persona para leerle la lineas de la mano
La mujer le gritaba "che pende" "vení a para acá y cobrale bien"..
Chepe recibió el agua y saltó de bronca al camión con los obreros que dormían sin percatarse de la parada, porque el conductor también dormía. Cosa habitual a las 5 de mañana y poco frecuente para un baño aunque sea bautismal.
La madre abrazó a su hijo que aprovechó para morderle el brazo con todas sus fuerzas y ante el primer hilo de sangre ambos se quedaron dormidos, aunque después se comprobó que Hanna se había desmayado del dolor.
Mientras los medios se juntaban y hacían un entero con los milagros de Tatono en su sede de los pragmáticos apocalípticos,los detractores se empezaron a preocupar.
La crisis del campo tenia paralizada la actividad y los tractores como las cosechadoras no tenían mucho que hacer por lo que vieron las cámaras y salieron en su búsqueda.
En la pequeña y cada vez mas concurrida área espiritual colgaron un cartel que decía "dejen entrar la luz canina",pero los odontólogos que usaban alógena se opusieron y entonces quedó “dejen entrar la luz”.
Las empresas energéticas auspiciaron los sermones del cada vez mas popular perro con un eslogan muy efectivo.”resplandece su perra vida”
Algunos no estaban conformes pero igual asistían porque los milagros se sucedían y no tenia sentido desaprovecharlos. La mayoría de los milagros precisamente no tenían sentido.
Un rengo de 73 años logró cumplir 74 y dejó de serlo sólo en la quiniela porque se llevó por delante una tarima con velas.
Una mujer muy fea que buscaba un marido encontró uno tan feo como ella y perdió en la multitud sin reclamar.
Una nena que tartamudeaba logró decir "tatarabuela y tataranieta" y se fue silbando para no tener que pronunciar nada mas.
Tatono crecía solo en popularidad y adhesión, pero decrecía porque 8 sermones diarios no le permitían comer mas que unos restos que le arrojaba Recelo que si crecía en grosor.
En un pueblito olvidado por el futuro y también por el presente y pasado el camión con Hanna y sus obreros fue detenido.
Un algarrobo al costado de la ruta lo frenó en el medio del radiador, cuando el chófer todavía dormido insistía con el acelerador en una curva muy sinuosa.
El golpe despertó a todos incluso a Chepe, que emprendió su camino de la mano de su madre y sin mirar atrás, porque se había llevado las pocas pertenencias de sus compañeros de ruta.
A poco de andar se sorprendieron por una caravana que cantaban salmos y aplaudían el viento.
El viento calmo no reaccionaba pero madre e hijo subieron y se confundieron entre la gente.
Chepe aprovechó para manotear algunas billeteras mientras no dejaba de bailar y Hanna acompañaba al coro con un quejido que surgía de haberse apretado un dedo con la puerta trasera del vehículo cuando subió.
En el templo pedían a todos orar y un recién llegado gritó "las cuatro y media der la tarde".

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