martes, 15 de septiembre de 2009

Caos oscuro (tango olpeado)


Un kiosco amortiguó el impacto de la locomotora gracias al despliegue de la tapa de los diarios que contenían noticias muy duras.
Las ambulancias irrumpieron como siempre provocando caos, pero nadie se daba cuenta porque ya estaba el caos antes de la llegada de los vehículos.
Los heridos eran arrastrados por los pies ante la falta de camillas que eran usadas para la siesta del conductor.
Tatono y Recelo cayeron sobre el techo de un puesto de panchos y se lanzaron sin pensar que condimento elegirían
Ramón y el gitano eran cargados por un fornido enfermero que no hacia mas que reírse de las pequeñas heridas y los trababa de diarreicos pero en otra acepción.
Los comentarios finalizaron cuando Peret logró acertar un puntapié en un diente blanco del hombre que enrojeció todo, menos un incisivo y los embocó en el interior de la ambulancia que estaba a 40 metros.
Gauderio deambulaba desorientado tratando de encontrar a sus amigos y mascotas y ante su actitud tres senegaleses se acercaron y le dejaron una valija con cadenas y anillos para que vendiera en los andenes.
Saciada la primera necesidad los perros fueron por la segunda y terminaron con 38 panes y dos bolsas de papas fritas chicas que completaban el combo promocional.
Dejaron las bebidas de lado para evitar hinchazones por el gas y porque la mayoría era dietética y querían dejar de estar a dieta líquida.
Gauderio seguía atontado y como era su estado natural nadie se detenía ni a mirarle un anillo.Opto por sentarse y tomarse la cabeza con las manos pero descubrió un puesto enfrente y decidió que mejor era tomarse unos vinos.
Cambio la valija por un litro de tinto y estaba en su apogeo cuando los senegaleses avisados por el cantinero comenzaron a increparlo.
Como no sabía el idioma siguió tomando despacio y en un descuido se las tomó pero muy rápido.
En la calle un piquete de taxis boys lo llevo en andas mientras gritaban reclamando por la suba de la bajada de bandera.
Tatono estaba lo mas pancho recostado sobre un cajón de mostaza mientras Recelo también con muchos panchos, le pidió buscar por la estación a sus amigos.
Mimetizados como perros salchichas comenzaron a correr ante la mirada hambrienta de los senegaleses que se cansaron de buscar.
Peret y Ramón eran ingresados a terapia intensiva en un hospital cercano con múltiples traumatismos de cráneo.
El fornido enfermero salía a fumar a la vereda pero como las baldosas estaban húmedas pidió un cigarrillo al primero que pasaba.
Uno de la multitud le arrojo un paquete arrugado, mientras la marcha de protesta se sumaba al caos y pasaba desapercibida.
Salvo por la figura del pobre escuálido que en calzoncillos portaba un cartel pintado de negro y amarillo y decía "Basta No todo lo que sube tiene que bajar".

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