martes, 30 de marzo de 2010

Dados, tumba y la poesía cruel


“Dicen que la nostalgia es una copa vacía que nos encargamos de llenar con lágrimas” dijo Terranova- haciendo un ademán al mozo para que sirviera mas tinto en el vaso que permanecía sobre el mostrador.
Solo dos paisanos que jugaban a los dados, lo miraron de reojo, con algo de interés, pero en segundos estaban prestando toda la atención a un perro que giraba tratando de morderse la cola.
Ramón también giró y tras beber un sorbo muy cortito agrego.“Así somos muchos mareados mordedores de nuestras propias colas”.
Los paisanos lo miraron y hasta el perro se detuvo un instante ante la frase que retumbo en el bar del pueblo, donde Ramón pasaba casi todo el día y toda la noche.
"Así es"- siguió Terranova- "dicen que para decir algo que tenga sentido hay que abrir la boca después de humedecerla en vino".
La idea los hizo sonreír y aunque eran las 9 de la mañana, los dos paisanos asintieron con la cabeza esperando el convite. Hasta el perro empezó a lamerle las alpargatas al dueño del local que parecía que estaba por despertar finalmente de su sopor.Pero no despertaba nunca, porque la medicación para el Parkinson se lo impedía y era costumbre que se quedara dormitando a toda hora.
Ramón se acomodó el cinturón y se hizo el desentendido ante el ademán de los paisanos que con el cubilete pedían saciar su sed.
Afuera el cementerio esperaba su llegada, como lo hacia desde hace una hora, un cortejo muy concurrido.
Los deudos, que parecían no tener mucho apuro, habían acomodado el féretro en la puerta y ante la demora rendían un emotivo homenaje al finado había sido un directivo del club social y deportivo del pueblo.
Un grandote rubio armó una pelota con las franjas de dos coronas que estaban tiradas frente al portón del camposanto.
No rebotaba un centímetro, pero tenia consistencia para improvisar unos tiritos al arco que habían armado con el cajón de parado y la garita de entrada.
La aparición de Ramón terminó con el suceso que había logrado como nunca hacer del cementerio un lugar de esparcimiento.
Los familiares y deudos entendieron el mensaje y cargaron en hombros al féretro al grito "vamos.. vamos... a la tumba... vamos vamos a enterrar... que esta barra acongojada... no te deja... no te deja de llorar".
Terranova se sentó en le banquito de la puerta y arrojó algunos papeles que pudo cortar rápido diciendo "los acompaño en el sentimiento".
Cuando el cortejo se perdió de vista, Ramón se dirigió nuevamente al bar para terminar su vaso y continuar su rutina, a la que había aprendido a respetar, aunque la rutina no hacia los mismo.
Ingresó en silencio con la seña del siete bravo en su boca y al ver al perro que seguía dando vueltas, se acordó de Tatono y Recelo.
Pensó que seguramente estarían disfrutando del gran mundo que había dejado por elección y porque prefería volver antes que quedarse con la polaca que al encontrarse sola también se dedicó completamente al abuso carnal, vegetal y también pastas.
"Vida Perra" dijo suspirando y cambiando la seña al tres.Los paisanos miraron los dados y contestaron "envido".
“Como decía” -interrumpió Terranova- alzando nuevamente la voz “No hay mal que por bien no venga pero si no viene mejor“.
Alzó el vaso vacío y mirando hacia la calle pudo comprobar que el cortejo se retiraba del cementerio con unas pocas banderas arrugadas y las gorritas apretadas entre los dientes.
"Otra vez perdieron" dijo saliendo hacia la puerta y al cruzar la calle, comenzó a gritar levantando los brazos.
"Ganamos,perdemos al muerto lo que queremos". "y no lo ve.. y no lo ve... es porque el nicho no tiene una tv". "Ahora... ahora... ahora.. los gusanos lo devoran".
Uno de los paisanos saltó eufórico y comenzó a aplaudir,el otro se agarraba la cabeza. Sobre la mesa una generala servida parecía una ofrenda final,mientras el perro finalmente se mordía la cola.

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